¡Rojo-amarillo-verde-amarillo-rojo-amarillo-verde-amarillo...! El semáforo cambiaba sus colores, como siempre, pero esa mañana lo hacía muchísimo más rápido. Peatones y conductores tuvieron que hacerle caso: frenar-mirar-arrancar-mirar-frenar-mirar-arrancar... ¡También ellos se estaban volviendo locos! ¿Hará falta mano dura? ¿Hará falta un profesional? ¡Socorro! ¿Cómo se arreglará este semáforo?