Los enormes claustros del Colegio Nacional de Buenos
Aires son el escenario de una búsqueda dramática. Un
profesor se obsesiona con un personaje que aparece en los
pasillos y en las aulas, y que solo él parece ver. La biblioteca,
el archivo de legajos, algunos docentes históricos y
varios exalumnos lo ayudan a reconstruir la vida de un
chico que, terminando de cursar el tercer año, desapareció
para siempre.
En japonés, la expresión komorebi sirve para referirse a la
luz del sol que se filtra entre las hojas de los árboles. En esta
novela, la luz se filtra por las ventanas del majestuoso
edificio y por las voces que el docente encadena. En cada
palabra vibra esa otra, gritada con un dedo imposible en los
pizarrones de la planta baja: “Buscame”.